
Leer artículo de opinión en la Vanguardia
Hace un año participé como ponente en un evento de Banco Santander y La Vanguardia, con más de 800 asistentes empresariales, políticos y directivos. El eje central era la relevancia de las pymes, pero salí con la misma sensación: se habla mucho de ellas, pero se plantean pocos o solitarios retos. La mayoría de discursos se centraron en generalizaciones, como que, si crece, porque contrata a una persona más, desaparece el paro, pero no se abordaron los verdaderos motivos de su dificultad para crecer. El primero es la medida efectiva: en Francia suponen el 94,1 % de las empresas (94,2 % en Italia) y son microempresas; datos casi idénticos a los de España, mientras que en países como Alemania el porcentaje baja al 82,5 % (87,6 % en Japón). Pero hay un segundo gran hándicap: el actual escenario económico y una mentalidad empresarial, productiva y reguladora más enfocada a grandes empresas. Un ejemplo: los precios de la energía suben para todos por igual, pero realmente tienen un impacto distinto según el tamaño de la empresa. Lo mismo ocurre con las condiciones de financiación, las normativas o el acceso a la contratación pública, entre otros aspectos. En este contexto, muchas grandes empresas diseñan modelos de negocio y condiciones de mercado a su medida. Dichas condiciones se alejan de una competencia y prácticas de dominio que, en muchos casos, se traducen en beneficios excesivos para unos pocos a costa de los márgenes y de la competitividad de las pymes y de los autónomos que forman parte de la cadena de valor de esos mismos sectores.
El resultado es un ecosistema poco competitivo, donde las pequeñas empresas apenas tienen margen para invertir, innovar o contratar. Frente a ello, desde Pimec defendemos legislar pensando primero en los pequeños.
Para las pymes
Limitar los pagos a 60 días, una fiscalidad más justa, menos burocracia o contratación pública, algunas medidas
Esto implica medidas como: limitar los pagos a 60 días, una fiscalidad más justa, precios energéticos equiparables a los sectores traccionadores, una contratación pública abierta y no basada en criterios de mayor tamaño, horarios laborales adaptados a la salud. El 84 % de las personas mayores de 37,5 horas semanales lo hace sin que lo obligue la legislación.
Las microempresas y autónomos no son la excepción, son la norma: suponen la mayoría del tejido empresarial europeo.
Durante décadas, en los espacios de decisión se ha hablado de pymes, pero se ha copiado el modelo productivo y regulador de Francia, Alemania o Italia. Esto ha generado una estructura empresarial con escasa dimensión, poco competitiva y con poca productividad.
Hay propuestas para resolver esta situación, pero faltan planes de implementación eficaces. Y aquí recordé la expresión portuguesa “Menos samba e mais trabalhar”. Menos discurso y más acción. La acción de implementar leyes que ayuden a las microempresas y autónomos a crecer, innovar y generar empleo. Porque solo con una legislación pensada en pequeño, que garantice derechos y equilibrios, podremos conseguir empresas fuertes y bien pagadas, personas más seguras y un futuro económico sólido, competitivo y sostenible.
Autor: Antoni Cañete Presidente de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad y presidente de Pimec




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